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Contagia Con Su "Cangrinaje"


  1. Probablemente no exista un género musical que no haya sido objeto de polémicas, críticas, y que en algún momento tuviera de frente a detractores que pidieran la guillotina para sus exponentes. Pasó con el merengue, pasó con la bachata, pasó con el rock and roll, pasó con el tango y seguirá pasando con otros que están por venir.

    El turno es del reggaetón, un ritmo que verdaderamente en su primera etapa -y aún sucede- acogía a compositores y cantantes que promovían el sexo, la violencia y el consumo de drogas. Bueno, hace poco Don Omar dijo en una entrevista que le “fascinaba el mundo del gangsterismo”. Es cierto.

    Pero el reggaetón de hoy es muy diferente al que escuchamos hace cinco años atrás, para no irnos muy lejos.

    Que algunos funcionarios gubernamentales se expresen contrario a que en radio y televisión se promueva cualquier canción del ritmo, es un deseo que no debe seguir incubándose en otras instancias. Don Omar, Daddy Yankee, Wisin & Yandell, Tego Calderón y el propio Residente Calle 13 -un irreverente del género que ha logrado alcanzar la fama por sus líricas atrevidas y sociales- son hoy día lo que son porque sus canciones han evolucionado, su contenido, su música, su espectáculo.

    Son “poetas” urbanos, que a través de la música expresan su sentimiento de barrio, desde donde provienen, crecieron, desarrollaron. Las experiencias de la gente común, cómo vive -o sobrevive- la gente de pueblo-. Eso es el reggaetón, un ritmo que se ha ganado el favor de la industria, no de la dominicana, sino la del mundo.

    Prohibir las canciones del género que tácitamente atenten contra las buenas costumbres, para seguirle el juego a la Comisión de Espectáculos Públicos, es una política que puede ser factible. Pero de ahí a “eliminar”, “prohibir” o “erradicar” un ritmo cuya permanencia es indiscutible, es una intención que no puede ser más que eso.

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